Una investigación constata que los alumnos españoles e inmigrantes se relacionan poco en el aula y que los de origen extranjero están menos integrados.
Los alumnos latinoamericanos se integran mejor que sus compañeros de Europa occidental en el aula: un idioma y una religión comunes juegan a su favor. Los europeos del Este sufren más rechazo para trabajar pero son algo más populares como compañeros de juegos. ¿Los que más problemas de integración presentan? Magrebíes y africanos. Los españoles son, con diferencia, los que más estatus tienen, y también los más endogámicos, o exclusivos: miran más a su grupo a la hora de elegir con quién hacer una tarea o ponerse a jugar.Más de 600.000 extranjeros conviven cada día en las aulas con los españoles, pero no parece que se integren mucho, a tenor de los resultados de una investigación dirigida por Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca. Especialmente cuando los extranjeros representan un porcentaje alto en el aula: tal tesitura hace que aumenten sus posibilidades de relación aunque los nativos sigan siendo un muro impermeable. La excepción vuelven a ser los magrebíes y africanos. "Probablemente, el aumento de alumnado inmigrante implica que los magrebíes-africanos tienden a formar grupos aún más cerrados y a suscitar más rechazo entre los de otros orígenes, incluidos los no españoles", reza el estudio.
Dice Fernández Enguita que la correlación entre mayor porcentaje de inmigrantes y endogamia refuerza la idea de que 1) "Deben evitarse los guetos" y emprender un reajuste más equilibrado del alumnos extranjeros y autóctonos en los centros de la red pública, y 2) "Los guetos pueden ser buscados por las propias minorías para lograr inmediatamente mejores relaciones, aunque eso dificulta la integración con el global de la sociedad".
Esta experta realizó un estudio sobre adolescentes en el distrito madrileño de Villaverde, con alta concentración de población inmigrante. Los resultados fueron "preocupantes": "Había una clara separación por orígenes nacionales, tanto en el instituto como en la calle". Y agrega que el hecho de que las distintas etnias se relacionen socialmente por separado en la escuela supone, "un indicio y un pronóstico de que lo harán fuera". Y el riesgo de llegar a una "población fragmentada según nacionalidades".
"La inmigración en las escuelas supone exigencias pero está lejos de constituir un problema irresoluble y catastrófico", tercia Joaquín Arango, director del Centro de Estudios sobre Ciudadanía y Migraciones de la Fundación Ortega y Gasset. Plantea una sociedad futura "más diversa y multicultural.
El estudio dirigido por Fernández Enguita no detecta diferencias de conflicto entre Primaria y Secundaria, aunque aparentemente los problemas se disparen en la adolescencia. Constata más desigualdad y endogamia en el aula, "el espacio organizado por la institución", que en el juego. Y que cuando la concertada integra lo hace "más o menos tan bien o tan mal como la pública".
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